3 de noviembre de 2007

Admirar las sensaciones de tus sueños al verte sonreír a mi lado,
parece una crueldad que se derrama de las gotas del rocío con el viento.
Recibir tus besos quiebran toda la verdad que se dibuja con el misterio de la soledad.
Y sin embargo, callado, sigiloso, lleno de anestesia preguntándome como siempre, quién te la dio, quién te inyectó el pecado de ser así; el pecado o la absolución.
Mientas, sigo descifrando la verdad de la mentira, la sinceridad de la hipocresía y la sensación de sentirme entre un sueño o una realidad.
Todo se relaciona, en todo podemos llegar bien lejos o bien cerca.
Cerca de donde o lejos de que, todavía no lo sé.
Pero si supieras cuantas cosas no sé, si tuviera la oportunidad de nacer y volver a morir, si supieras otras tantas cosas que me vuelven a faltar.
Si pudiera admitir que no todo es blanco o negro.
Y si dejaras los sueños, y yo también los dejara, si nos bajáramos del pedestal al que nos subimos ¿todo seguiría siendo igual? ¿Tan perfecto?
Y sigo pensando que la perfección dura demasiado poco.
Que empieza a morir de a suspiros, de esos que no se ven entre sí, de esos que escondemos. Empiezo a darme cuenta que las pausas que necesito imponer se van perdiendo lentamente, es como un fuerte golpe en mi.
Si me sigo preguntado, me podría hasta dar cuenta que todo esto parece una sopa de palabras, todas sin sentido y enredadas, pero así salen desde algún rincón de mí.
Sin embargo la necesidad de escribir es demasiado amplia, y aunque intente huir de oraciones sin sentido, todas terminan en vos, todas salen de vos, todas quieren llegar a vos un poquito mas constantemente, todas nacen para vos.
Espero que algún día me dé cuenta de que esto es mas de lo que necesito, pero que es lo que necesito, lo que anhelo y lo que no quiero gritar pero siento.
Demasiado para mi pensar hoy en dejarte estar al lado mío hasta que puedas presenciar mi muerte.

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